“Las deudas son como cualquier otra trampa en la que es muy fácil caer, pero de la que es muy difícil salir”
– George Bernard Shaw –
Ya lo dijo Shaw antes que nosotros, las deudas son una trampa tentadora, tanto así, que llegan a envolver a quien menos se lo espera. En Colombia existen miles de ciudadanos endeudados, con deudas que no les sería posible pagar, aunque trabajaran el resto de su vida sin gastar un solo peso de su salario. En el mejor escenario, estas son personas que llegarán a enterarse de la Ley de Insolvencia de Persona Natural no Comerciante y podrán comenzar un proceso de insolvencia, no obstante, hay también casos de aquellos que han llegado a quitarse la vida por culpa de las consecuencias psicológicas que las deudas acarrean.
Desesperación, angustia, ansiedad, estas son algunas de las palabras que usan nuestros clientes para describir la sensación previa a nuestro primer encuentro, sentimientos que se intensifican con cada llamada de cobro o con cada revisión de la cuenta bancaria. Es por esto, que hoy queremos darles voz a todos esos insolventes y reivindicar su nombre, para que por una parte, aquellos deudores morosos que nos ven sepan que no están solos y por otra, para que quienes los juzgan se pongan en sus zapatos y dejen el estigma detrás.
Estar en insolvencia no es ser un aprovechado que no quiere pagar, no es ser un flojo que se dejó ganar de las deudas y no es ser una vida fácil que espera borrón y cuenta nueva. Sin embargo, son frases que los insolventes escuchan continuamente; de los abogados de los bancos, o de aquellos “amigos” que un día dijeron estar ahí para apoyarlo, y no mantuvieron la promesa. No es de sorprender entonces que a quienes deben, el problema se les convierta no solo en un problema monetario, sino también emocional.
Primero que todo entendamos lo básico, hay cientos de razones por las que una persona puede llegar a endeudarse y solicitar acogerse a La Ley de Insolvencia de Persona Natural, cada caso es particular y como tal, requiere de una atención personalizada, no obstante, en estos 2 años de labor hemos encontrado factores comunes a la mayoría de nuestros clientes, pudiéndolos dividir en 2 grandes categorías principales:
- Desempleo: Al estar en un trabajo estable con un buen sueldo, se llega a un estado de tranquilidad en el que las personas se ven tentadas por cosas que antes no eran importantes; los viajes, el cambio de carro o la compra de la casa propia se hacen posibles a través de préstamos bancarios. Sin embargo, al perder el empleo se imposibilita el pago de las deudas, en consecuencia, se realizan nuevos préstamos “mientras sale el nuevo empleo” y en la medida en que el nuevo se demora en salir, la deuda se va haciendo insostenible.
- Enfermedad: La vida está llena de imprevistos, enfermedades que dejan grandes cuentas por pagar o que impiden a la principal fuente de dinero del hogar la capacidad de trabajar, traen deudas aún más grandes que el dolor y la angustia que la enfermedad en sí misma genera.
Con lo anterior dejamos claro que el no pago de las deudas no es entonces una elección egoísta por parte del deudor moroso, de hecho, no es siquiera una elección, ya que los deudores se encuentran en situaciones en las que no es posible el pago de las deudas. Entendemos entonces, que las deudas funcionan como un círculo vicioso, se adquieren préstamos para pagar las cuotas atrasadas de préstamos anteriores, con lo que la suma aumenta, y cuando menos se piensa, se está en un remolino del que es imposible salir.
La Ley de Insolvencia presenta un salvavidas para todas estas personas, permitiéndoles ya sea renegociar sus deudas a más meses y sin intereses, o haciendo una liquidación patrimonial con la que todos los créditos se convierten en deudas naturales, es decir que no pueden ser cobrados por la vía judicial.
Recuerde que en ChaoDeudas lo apoyamos, ¡Agende su cita y deje todo en nuestras manos!